miércoles, 9 de marzo de 2011

Vampirella Capitulo 2

Capitulo 2

Cloe se despertó muy tarde, ya era de noche y había dormido todo el día. Se levantó y se vistió. Al principio creyó que todo había sido una pesadilla, algo que la había atormentado toda la noche y que por eso había quedado tan exhausta que apenas había dormido y había estado recuperando sueño. Pero su temor se hizo realidad cuando entró en la cocina, pues ahí estaba el, sentado, mirando bobamente una cosa que tenía entre las manos y que ella no alcanzaba a ver, de repente la miró, sonrió y se levantó, ocultando lo que tenía entre las manos y dirigiéndose hacia ella. Volvió a Cloe la misma sensación que la había perturbado la noche pasada al sentir la mirada de Jack fija en ella.
El joven llegó y se puso delante, se dio cuenta de era muy pálido, detalle en el que no se había fijado antes. Parecía irradiar felicidad cuando estaba cerca de ella.
-Toma-Dijo el muchacho entregándole una rosa.- Hasta la rosa más hermosa no se puede comparar contigo, pero aun así es para ti- Y calló.
Cloe se dio la vuelta rápidamente pues no quería que Jack la viese sonrojarse pues de ningún modo pensaba irse con él y cumplir esa estúpida profecía.
-Déjame en paz, no eres nada para mí. El hecho de que sepa tu nombre no significa nada por mucho que me digas que soy tu destinada- Dejó de hablar para coger aire -Ya te estás buscando otra, por lo que a mí respecta, no me pienso ir contigo a ningún lado.
-Cloe-La mención de su nombre la hizo darse la vuelta y se arrepintió en ese mismo momento de haberlo hecho, pues Jack le miraba con expresión triste, como si algo dentro de él se hubiese roto.
-``Pero que le pasa a este muchacho, parece como si se hubiera muerto alguien´´- Pensó Cloe para sí misma. No entendía como de un día a otro las cosas habían cambiado tanto, solo quería que volvieran al lugar donde se encontraban antes de la aparición de ese misterioso joven. Solo pensar en él la hizo estremecerse sin comprender del todo que la había ocurrido ante la mención de su presencia.
-Que quieres-Dijo cansada de todo aquello.
-Podemos ir a dar un paseo, seguro que te viene bien que te dé el aire, además no te va a pasar nada si estás conmigo-Lo dijo de manera tan convincente que Cloe tuvo que aceptar, pues ella mejor que nadie sabía que era verdad, necesitaba despejarse.
Se lo dijo a Miguel y salieron de la casa. Sumidos en la oscuridad, Cloe notó que Jack cada vez estaba más cerca de ella. La chica casi tropieza y cae por pensar en tantas cosas, pues el chico la daba sensación de estar segura a su lado, Jack la agarró e impidió que llegara al suelo. Se quedaron un momento mirándose a los ojos como si no hubiese nadie más que ellos en el mundo. Cloe apartó la mirada avergonzada y se deshizo de sus brazos rápidamente para darse la vuelta. Sintió algo en el fondo de su pecho pues no quería reconocerlo pero estaba empezando a sentir algo por el joven.

-¿Cloe? ¿Estás bien?- Dijo Jack preocupado y con el semblante sombrío, sin saber si había hecho algo mal.
-¿Qué quieres?-Estaba tan nerviosa que creía que la iba a dar algo, no sabía que excusa poner para volver a casa y alejarse del joven.
-¿Podemos hablar? Quiero hacerte unas cuantas preguntas, sino te importa claro-.
-Claro, pregunta lo que quieras- Y en aquel momento se arrepintió, ¿Y si Jack la tendía una trampa y la hacía alguna pregunta intima?
-¿Cuántos años tienes?-Estaba sonriendo, se le veía feliz.


-Diecisiete, casi dieciocho, los cumplo el cuatro de abril-respondió la muchacha por la insignificante pregunta que le había hecho el muchacho. Las siguientes dos horas Jack la siguió haciendo una serie de preguntas. La preguntó que la gustaba y que no, que habilidades tenía, si quería a su familia, que quería hacer cuando fuese más mayor, como había sido su infancia. Cloe le explicó que siempre había sido muy feliz, todavía a su edad se ponía a pensar en las tardes en que se iba al bosque con su madre a recoger setas para después hacer ese plato que tanto le gustaba a su padre. Sus padres se querían un montón, llevaban más de dieciocho años juntos y nunca se habían peleado, pues sentían una adoración entre ellos que daba envidia a todos los aldeanos del pueblo. A sus hermanas las adoraba pues recordó un día que su madre no podía ir con ella a recoger setas porque estaba tan ocupada preparando la comida que les pidió a Ana y a Cristina que la acompañasen, ella no quería ir sola por si no encontraba la manera de volver, después de que terminaran no supieron cómo, de alguna manera inexplicable se perdieron, un vecino del pueblo las encontró llorando a lagrima viva y las llevó a su casa, sanas y a salvo. Cuando Cloe recordaba ese fragmento de su vida, aunque en ese momento hubiese llorado, ahora no podía para de reír, le había venido bien hablar de esos recuerdos que creía tener ocultos en el fondo de su mente y que al final habían salido volando de su boca, como si su vida dependiera de ello.
No se dio cuenta de que era tan tarde hasta que paró de hablar y miró al chico que tenía al lado, pues le había olvidado en cuanto había empezado a contar su vida. Miró al cielo y vió que estaba muy oscuro, seguramente sería medianoche y sus padres estarían muy preocupados por ella, iba a levantarse cuando algo la agarró del brazo y vió que era Jack quien la retenía, empezó a acercarse más, más y todo terminó en un pequeño espacio de tiempo, pues Cloe se dio cuenta de que estaba besando a ese chico que había conocido la noche anterior y que no podía separarse de él, no era que la estuviese obligando, su cuerpo no respondía. Decidió dejarse llevar y se perdió en sus labios. Cloe se arrepintió de lo que estaba haciendo porque aunque la gustaba esa sensación pensaba que estaba mal, encontró su cuerpo en algún lugar remoto de su mente y pudo desprenderse de Jack con facilidad, enfadada por haberle devuelto el beso y por haber querido perderse en ellos. Estaba furiosa consigo misma, esa sensación, ese deseo de tenerle cerca, de poder desaparecer en sus dulces labios manifestaba su debilidad ante él. Se sonrojó, se dio la vuelta y se fue corriendo hacia su casa con tal de alejarse del joven.
No se dio cuenta hasta que llegó a su casa, pues Jack seguía muy de cerca a Cloe y no parecía cansado, es más, desprendía energía, como si nunca se sintiese cansado. Llegaron a la puerta y entró rápidamente, subiendo las escaleras y dirigiéndose hacia su cuarto para al final dar un portazo, dejando a Jack fuera de la casa. Miguel le abrió la puerta, disculpándose, por el comportamiento tan poco disciplinado, que había tenido su hija con él. Jack le dijo que no se preocupara y Miguel le invitó a entrar rápidamente en su casa, esa noche hacía mucho frio, pero para sorpresa del padre, le dijo que quería pasear un poco más, que no le pasaría nada, por andar solo de noche. Aceptó que se fuera de mala gana, Se fue hacia el comedor, para apagar la lumbre y dirigirse hacia su cuarto para dormirse. Cloe en su cuarto estaba llorando, no sabía porque su cuerpo reaccionaba de esa forma, se estaba dando cuenta de que empezaba a sentir algo por él, algo que era indescriptible, pues de un día a otro, había encontrado una persona que era más importante para ella que su propia vida. Se levantó rápidamente de la cama, sintió miedo, pues tuvo un presentimiento de que algo malo iba a pasarle a Jack, algo la decía que si no iba a buscarle en ese momento, algo muy grave pasaría, como si su vida dependiera de ella y tuviera que ir a rescatarle porque si no, una parte de su alma también sufriría. Se dirigió al armario, se puso una bata encima y salió de su cuarto corriendo, bajando las escaleras y saliendo hacia la oscuridad del exterior, hacia mucho frio y parecía que iba a llover, pero, ella no se dio cuenta de ello, estaba concentrada en seguir sus instintos, si no se equivocaba, ellos la llevarían hasta él.
Salió de su casa y se dirigió hacia la derecha, pasó por casa de su vecino Arturo y siguió todo recto, su instinto la dijo que siguiera hasta el rio que estaba más allá de la última casa del pueblo y que solo la faltaban siete por pasar, para después internarse en el camino del bosque que la llevaría hasta ese rio. Tres minutos después llegó jadeando por el cansancio y se disponía a empezar la búsqueda de Jack, cuando oyó pasos detrás de ella, Cloe se puso rígida, alguien la agarró del brazo y le tapó la boca. Asustada intentó darle un codazo a esa cosa, pero, no podía verle, un susurro la convenció de que estaba segura, era Jack.
-Sshh, no te muevas ni digas nada o estamos muertos- Dijo el muchacho y cerró la boca, tratando de escuchar sonidos en el bosque. Cloe estaba aterrada y feliz al mismo tiempo, pues algo los acechaba y no sabía que era, pero, algo en su interior la decía que con él estaba segura y también estaba feliz por haberle encontrado.
Algo los hizo correr, algo peligroso los estaba persiguiendo. Cloe nunca corría así, ella nunca había oído enfadarse a Jack, en un momento el muchacho la cogió en brazos y la pidió que cerrara los ojos, extrañada por el comportamiento de Jack y preguntándose, como él podía con ella y correr a la vez, cerró los ojos, solo para que el dejara de rogárselo. Mientras no veía, sintió mucho aire, como si fuera una nube en un día de tormenta y tempestad. Entonces abrió los ojos por curiosidad y lo que vio la aterrorizó, Jack la tenía en brazos y corría deprisa, muy deprisa, algo imposible para el ser humano.


Cloe, asustada por lo que estaba viendo, empezó a gritar y a dar codazos a Jack para que la soltara.
-¡Suéltame!, ¡Suéltame!- dijo asustada y jadeando por el esfuerzo, estaba intentando zafarse de los brazos de Jack.
-Espera por lo menos a que te lleve a casa, para que estés a salvo-Decía el acalorado por la carrera. Cloe se tranquilizó sabiendo que en cuanto llegase a casa podría no volver a ver nunca más a Jack, él no era humano. Pasaron otra vez por casa de Arturo y Jack dejó a Cloe en la puerta de su casa, ella entró rápidamente cerrándole la puerta a y diciéndole desde el otro lado que no quería volver a verle más. Cloe puso su oído en la puerta para saber si se había ido, todo estaba en silencio.
-Si así lo deseas- Dio un respingo al oírle, creía que no había nadie.
Después de unos minutos todo estaba en calma, abrió la puerta y vió que no había nadie.
Decidió irse a la cama, estaba exhausta.
Al día siguiente, los aldeanos del pueblo organizaron una partida para ir a buscar a Jack, estaban Arturo, Jorge y Max, los mejores amigos de Miguel y demás vecinos, recorrieron todo el bosque, atravesaron el rio que no era muy profundo y fueron más allá de las montañas Camir, pero no encontraron nada, ni un rastro que los llevase hasta el joven.

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